sábado, 8 de marzo de 2014

Transgrancanaria o al menos parte de ella

No estoy muy inspirado para escribir la crónica de la Transgrancanaria. He hecho un par de intentos ya, pero termino borrándolo. Me he quedado con muchas dudas y cuando escribo algo, parece que estoy pidiendo que alguien conteste y me explica como hacer la próxima ultra. Y eso no es la idea de un relato.
Tampoco haría caso a lo que me digan. Soy muy burro y volveré a tropezar con la misma piedra unas cuantas veces mas. Esta vez la piedra fue del tamaño de Roque Nublo por lo menos... Aunque de ahí pude arrastrarme hasta Tunte todavía donde decidí no terminar la carrera.
  Llegué el viernes temprano a Gran Canaria. Recogí mi dorsal y el de Miguel, que participaba en la Advanced. El resto del día lo dediqué a buscar alojamiento para el sábado. Algo que no resultó nada fácil. Me quemó el dar vueltas por los hoteles en Playa del Inglés y no pude descansar lo que quería. Ya cansado de dar vueltas, tampoco quería perder tiempo en buscar donde comer y me metí en lo primero que encontré cerca. Pues hasta eso se complicó. El chico que me atendió no sabía como preparar la comida y a esa hora no tenía a nadie en la cocina. Estaba tan cansado de las complicaciones que comí una hamburguesa americana y papas con ketchup y mayonesa. Además, ya había comentado que ese era mi dieta para el día antes de las carreras, me ha ido bien en otras... (Transvulcania y Tamadaba)
Pero basta ya de excusas, eso no ha cambiado nada en el transcurso de mi carrera de todas formas.
Descansé como pude en mi coche y fui preparando poco a poco las cosas. A las 21h30 fui al expomeloneras para coger la guagua que nos llevaba a la salida en Agaete, con todo puesto. Mochila, material obligatorio, una bolsita con higos y almendras, un bidón de agua y otro de isotónico y un repuesto de polvos para reponerlo en carrera. (no hizo falta...) Y 22geles de Powerbar, diferentes sabores, unos con cafeína otros no. El plan era tomar un gel cada hora...
En la guagua nadie hablaba. Parecía que nos llevaban a un campo de concentración en medio de la guerra. Yo estaba relajado. (creo, jaja)
En Agaete vi a Miguel y le dí su dorsal. Nos deseamos suerte y me fui al box de salida. Hacía mucho frío, mucho viento y llovió un poco. Pensé que en cuanto antes salía, mejor pero los minutos pasaron lentamente. La salida no es tan espectacular como la Transvulcania pero tampoco hace falta. Eramos unos 500 y bastante gente animando. Esperé para encender el frontal hasta que dejamos el núcleo iluminado de Agaete.
En la subida a Tamadaba iba adelantando corredores, pero sin forzar, buscando mi hueco en la serpiente donde el ritmo me gustaba. Desde el principio me seguía un grupito de penínsulares que no paraban de hablar. Simpáticos, buen rollo, pero después de una hora así, en medio de la noche, me apetecía ir sin ruido en el silencio de nuestros pasos en la oscuridad y me agobiaban. En un tramo algo mas llano me puse a correr mas rápido para alejarme de su escándalo pero en la siguiente subida ya les oía otra vez mas cerca. Tuve que concentrarme para no estar pensando todo el rato en cuánto me molestaban.
Empezó la primera bajada. Uyuyuy. Estábamos metidos en la niebla, la luz del foco se reflejaba y no dejaba ver casi el terreno que era un poco mas que simplemente técnico. Complicado. A mi se me da bastante bien y adelanté a bastante gente aunque tuve un par de sustos. Y tampoco iba rápido. A mi mente me venía que como lo harían los profesionales ahí. ¿Cuanto se puede uno arriesgar? Esa bajada con buena luz de día se podría hacer volando, pero en las condiciones que estábamos requería una concentración tremenda y pasito a pasito en algunos tramos. Me encontré con gente que se había caído y quedaban muchos detrás que iban a caerse seguro...
A continuación nos tocaba una subida impresionante, casi 600m en 3km. Cuando llegué arriba miré el Garmin: llevaba 4 horas en carrera y solamente 23km. Empecé a calcular... 6x4=24, uhfff. Y yo pensaba poder hacerlo en 20 horas... Tenía frío y quería ponerme mas ropa pero las manos ya las tenía muy congeladas y no conseguí quitar las malditas trabas de la mochila de Salomon así que decidí aguantarme hasta el avituallamiento de Artenera. Llegué ahí tiritando y estaba ya hasta los ... del frío, la noche, la niebla, la humedad. Pero a eso me había apuntado, nadie dijo que iba a ser fácil. Puse mi siguiente meta en Fontanales, kilómetro 43 para nosotros y la salida para Miguel y los demás de la Advanced. Ahí estaba a las 7 y cuarto, mas tarde de lo previsto pero tampoco demasiado lejos de lo que me esperaba. Algunos corredores de la Advanced ya estaban. Mandé un mensajito a Miguel para avisarle, guardé el frontal y seguí.
Es una diferencia bestial correr ya de día. Iba mucho mas animado, por lo menos en ese momento. Me dedicaba a calcular en que punto me cogerían los primeros de la Advanced. Pero hubo un error porque pensé que salían a las 8 en vez de las 8:30. Así que me extrañaba casi llegar a Teror y que nadie me había venido por detrás aún. Justamente cuando estaba parado en el avituallamiento ahí, aparecieron los dos primeros, juntos. Luego el tercero. Quizás dos minutos y pasó Cristofer Clemente que iba cuarto ahí. Otro par de minutos y me pasaron Jose Manuel Leon y David Lutzardo. Entramos en un sendero estrecho de subida y continuamente tenía que mirar atrás y dejar pasar a corredores de la Advanced. Un kilómetro mas adelante oigo el grito de Miguel detrás. Le dije que estaba ya muy cansado y me tiré al suelo (para la foto....) Fue de broma, pero de ese momento no pasaron 15 minutos y empezó mi calvario. Empecé a sentirme mal. Llevaba  casi 11 horas y me había mandado ya 10 geles. No sabía si era buena idea seguir tomándolos y no sabía lo que necesitaba mi cuerpo. Seguí subiendo pasito a pasito, con muy malas sensaciones pero esperaba que se me quitaran en algún momento. Me arrastré hasta el avituallamiento de Talayón y ahí me senté en el suelo. Comí algunas cosas del avituallamiento y un par de mis higos. También un té calentito que me sentó bastante bien. Vi como llegaban corredores, y se iban... Yo me quedaba... Finalmente, después de unos 20 minutos, decidí arrancar otra vez. Un poco mejor iba, pero demasiado lento. No conseguía recuperar fuerzas. Ya no me tomaba el gel cada hora porque no me entraba. En Tejeda fue quizás el sitio donde podía haber salvado la carrera. En las bajadas me encontraba mejor y en el avituallamiento de Tejeda podía haber comido mucho mas y recuperar. Pero al encontrarme mejor, quería seguir... La subida a Roque Nublo no se complicó mucho y llegar ahí es un espectáculo que anima hasta a alguien en sus últimas horas de vida. Disfruté mucho de la vueltita entre turistas y la bajada a continuación, olvidando los problemas de estómago y comidas. Pero llegar al avituallamiento en El Garañon me puso otra vez en la realidad. Pedí un plato de pasta y a duras penas conseguí comérmelo. El vaso de coca cola tampoco entraba. Mi cabeza solo pensaba en seguir y no me dí cuenta de lo mal que estaba. Eso lo comprobé al poco de salir del Garañon cuando nos meten en una subida super mega vertical por pinocha. Se me resbalaban los pies otra vez hacía abajo en algunos pasos. Subí como pude, cada vez mas lento, pero ahora si, definitivamente, muy mal. 3km... El primero en 20 minutos, el segundo en 25 y el tercero en media hora... Mareado, dolor de cabeza y sin fuerzas. Me animaban en el control del pico de las nieves pero no pude ponerles buena cara. Empezaba la bajada e intenté correr. Que va, imposible. Demasiado mareo. Ahí ya todo era cuesta abajo, y no hablo del terreno. Ya no se me quitaban las malas sensaciones. Se me pusieron las manos blancas, frías, mientras hacía bastante calor. Mi mente ya no quería mas de esto. No se puede explicar lo mal que me sentía. Ni yo me lo creo. Si lo pienso ahora, diría, bahh, tenía que haber seguido, seguro que no era para tanto. Pero sé que no es así. Nunca lo había pasado tan mal, ni estando enfermo ni en mi peor resaca. Entre toda la gente que pasaba, apareció una cara conocida. No sé como se llama pero el me conocía. Me dijo que no tenía prisa, que se quedaba conmigo. Insistí un poco en que siguiera porque como yo no haría esto para otro, tampoco me gusta que alguien sacrifique su carrera para mi. Pero no quiso dejarme. Bajamos hablando y la idea era seguir hasta el avituallamiento de Tunte, supuestamente en el kilómetro 94,8. Cuando mi Garmin marcaba 93,6 llegamos a una carretera con gente animando. Les pregunté cuanto quedaba hasta el avituallamiento y me dijeron que por lo menos 3km. Ufff. Mi mente calculaba con los números de mi Garmin y no estaba para un par de kilómetros más así que pedimos a alguien llevarme hasta Tunte en coche. Mi decisión de retirada estaba tomada, había pasado el punto de no-retorno.
En el avituallamiento me atendieron nada mas verme aparecer. Me dijeron que tenía que llamar al número que tenía en el dorsal para avisar de mi retirada y me ofrecieron recuperar fuerzas en una sala con colchonetas. Para llevarme hasta Maspalomas habría que esperar bastante pero llamé a Miguel, que acababa de terminar su carrerón y me dijo que vendría con Patricia a buscarme. Me eché en una colchoneta en el suelo y por primera vez pude aprovechar algo del material obligatorio, sacando la manta térmica para mantenerme calentito. Estoy casi seguro que me quedé un rato durmiendo aunque estuve bastante ocupado contestando llamadas y whatsapp. De vez en cuando venía la chica que se ocupó de mi y algún otro retirado para ver si todo iba bien y me propuso seguir cuando me encontrara mejor. Pero le contesté que estaba definitivamente retirado y que además me habían traído hasta Tunte en coche. Había hecho ya 94km, 17horas por el monte y mas de 6000m positivos. Había sufrido como nunca pero también tuve momentos muy bonitos y en realidad había disfrutado de la carrera. No tenía ninguna necesidad de buscar mas límites. No tengo que demostrar nada ni superarme para algo. A nadie le gusta no poder llegar a una meta y retirarse, pero yo no me complico la vida. Esto lo hacemos para disfrutar. Sufrir un poco te enseña que las cosas en la vida no te vienen solas, pero cuando el cuerpo te dice que es el momento de parar, prefiero hacerle caso. Mi padre me ha insistido mucho en aprender a relativizar las cosas y esa lección me ha ayudado a vivir mas feliz y con menos complicaciones. No creo que me verán a mi pasar por una meta llorando, o desmayándome. Mi vida sigue exactamente igual sin haber pasado debajo de ese ansiado arco y para nada busco a ser un héroe de superaciones extremas. Pero esto lo digo con todo el respeto hacía la gente que, por la razón que sea, intenta superar sus límites. Cada persona es un mundo.
De vuelta a Maspalomas fui al hotel para ducharme y vestirme y había quedado con Miguel para cenar e intercambiar nuestras experiencias de ese largo día. Desgraciadamente no se me quitaba el malestar y apenas pude comer un trocito de pollo y un poco de ensalada. Las cervezas parecían entrar mas fácilmente aunque sobre las once de la noche finalmente terminé vomitando. Dormí mas o menos bien pero en el desayuno comí poco y muy despacio. Aún no me encontraba bien. Tardé hasta el lunes para recuperar la química interior de mi cuerpo. Las piernas estaban mejor, al ir tan lento...jeje.
Aun no me explico como pude haber planificado tan mal la carrera, estúpidamente pensando que un gel cada hora me iba a mantener corriendo 20 horas... También me doy cuenta ahora que al salir a las doce de la noche, uno olvida comer, en medio de la noche. Después de 7 horas, en Fontanales, ya era tarde, pero podía haber decidido tomarme el desayuno, como hice en Portillo en la Bluetrail. Errores de principiante, y eso que se supone que ya sé esas cosas. Me siento un poco ridículo. Pero así ha quedado bien comprobado que la alimentación es una parte crucial de las carreras ultra. Me siento bastante confiado para la siguiente carrera que será la ultra de Anaga, pero aún me queda mucho por aprender. Lo importante es que voy disfrutando y estoy muy enganchado a este rollo ! No hay que ser un superheroe para acabar una ultra, ni entrenar 100km por semana. Pero hay que cuidar todos los detalles y atreverse! Vamossss, nos vemos en Anaga.