miércoles, 16 de diciembre de 2015

Y para terminar el 2015...

Ya no escribo. La razón es sencilla. No sé qué decir. Me arriesgo a aburrirles con mis problemas físicos. Cuando me encuentro con compañeros de trail y triatletas, todos preguntan "que tal la rodilla, como va la cadera?" Y si tanta gente lo pregunta, será que he hablado demasiado de ello.
De todas las preocupaciones, hay una que hizo reírme mucho, y fue Kiko, que viéndome llegar cojeando a la meta de la K42 de Anaga, me grita: "opérate ya esa cadera para poder competir conmigo !" Jajaja.  Como no me metan un motor eléctrico en los dos lados de la cadera y uno en cada rodilla,......
Pero desde luego la K42 me hizo publicar "game over" en mi muro de facebook y de hecho, ya 10 días después sigo sin correr ni un metro. Ya lo había pensado un par de veces, después de tanto sufrimiento, pero las ganas que tenía superaban cada vez la sensatez en cuanto el dolor desaparecía temporalmente. Esta vez parecen haber desaparecido las ganas.
Tampoco diría que no volveré a correr, ya veremos.

Pero ya que estoy, y ya escrito esto, lo mejor será seguir y terminar los relatos del 2015 con las dos últimas carreras que hice, la Tenerife Bluetrail Ultra y la Anaga K42.

La Bluetrail estaba prevista para finales de octubre pero la alerta meteorológica obligó aplazarla a finales de noviembre.
Estaba bastante satisfecho con mi preparación para la fecha original. Se hicieron varios entrenamientos con el compañero vigorexico Miguel que ha vuelto al mundo del trail e hicimos marcas espectaculares para mi. La mas impresionante para mí fue Parador - Rambleta por Pico Viejo en 2h10 porque fui yo tirando de Miguel más de la mitad de la ruta. Solamente al final, en la parte mas técnica me costó a mi seguir, quizás por falta de agilidad.
Otro entrenamiento que pude hacer a ritmos que no había podido alcanzar antes, fue Cruz de Tea - Guajara, dejando una buena marca en la subida final desde la degollada de Guajara hasta el pico, y luego una bajada desde la pista de Madre del Agua hasta el Pinar persiguiendo a Miguel a un ritmo que no había corrido nunca antes.
Tenía claro que mientras el recorrido sería subir o bajar, podía competir bien. En llano, no hay nada que hacer, la cadera no me deja correr.
Pero unos días antes de la Bluetrail me caigo tontamente aquí en El Médano y la misma noche que tenía que haber salido la carrera, se me hincha la rodilla, infección incluido y termino casi una semana ingresado en el hospital.
"Que suerte has tenido que aplazaron la Bluetrail!" me exclamaban los colegas. (Más suerte hubiera sido no tener una infección en la rodilla)
En fin, la buena preparación que tenía, desapareció. El globo dentro de mi rodillo no quiso desaparecer y estuve 3 semanas parado. (quitando un "ilegal" Castañate las Patas bajo efecto de antibióticos, ibuprofeno y diclofenaco, todo mezclado. "ilegal" porque el médico me mandó reposo absoluto)
Una semana antes de la nueva fecha para la Bluetrail hice un intento y me salieron 40km, Las Vegas - Guajara - Parador - Las Vegas, lento pero seguro. Me dije a mi mismo: "si mañana puedo correr otros 15km, puedo ir a la salida de la Bluetrail". Hice solo 11 en Las Vegas, pero rápidas y con buenas sensaciones.
O sea, el viernes a las 23 horas estaba en Los Cristianos con una pesada mochila cargada en la espalda, frontal en la cabeza, dorsal en el pecho y chip en la zapatilla.
Ya era casi diciembre, y se prometía una noche helada, todos llevábamos ropa, guantes, gorro... todo lo necesario. En la mochila, porque hasta Ifonche mas bien iríamos sudando.
Salí realmente muy tranquilo, sabía que no podía aspirar a mas que llegar hasta la meta después de esfumarse toda la preparación de dos meses antes. Así que desaparecieron desde los primeros metros todos mis amigos y me quedé en la cola. Una vez subido a la primera colina antes de La Camella, miré hacía atrás y creo que quedaban unos 20 frontales por detrás de mi. Pero entre La Camella y Arona metí otra marcha y fui recuperando puestos. Al adelantarle me saludó Basilio Bravo que va al ritmo del clic-clac de sus bastones. (jeje)

  Llego a Arona un par de minutos antes que el año pasado, aunque no me acordaba, con Andrés de 7Raid. Juntos subimos a Ifonche hasta el "famoso" cambio en el recorrido de este año. Lo había entrenado con Marce, meses antes, y tenía claro donde era. Un desvío a la izquierda en una pista recta, justo antes de la ruina de una casita. Me había parado justo antes para sacar el cortavientos y Andrés se había marchado con otros corredores mas adelante. Y aún mas adelante distinguía la masa de corredores que seguían recto en la pista. Me paré en el desvío y aparte de unas balizas, no había ninguna marca especial para evitar que seguían recto en la pista. Grité a los de delante pero ni miraron. También grité a los que venían detrás, pero no me siguieron. Seguramente pensaron que me desvié para "hacer unas necesidades". Y así iba yo solo, siguiendo las balizas. Pues aproveché para hacer esas necesidades y seguí el recorrido oficial completamente solo. Cuando llegué al avituallamiento de Ifonche, parecía que el que se había confundido era yo, venía casi de por detrás del avituallamiento. La sensación era rara, porque por un lado disfruté mucho en el tramo en solitario, sin estrés, libre. Pero por el otro lado me daba rabia que hice bastante esfuerzo para al final quedar quizás de nuevo unos 20 puestos mas atrás, ya que era mas rápido por el recorrido de antes.
De Ifonche hasta Vilaflor intenté recuperar esos puestos, pero no lo conseguí, no volví a ver a Andrés. Y fue demasiado esfuerzo por lo que tuve que perder un poco de tiempo en el avituallamiento, para recuperar energía, donde finalmente llegué en el mismo tiempo que el año pasado.
Pero esas fuerzas no volvieron y empezó el calvario. No tenía ningún problema ni dolor. Pero me costaba horrores avanzar con ritmo. De uno en uno me adelantaban y directamente decidí no estresarme. No me había olvidado de que el único objetivo era poder seguir hasta Puerto de la Cruz. Saqué los bastones, que no me parecían útil hasta Vilaflor, y copié el "clic-clac" de Basilio para seguir avanzando. Apagué el cerebro y el tiempo fue pasando solo. Después de la recta de picón, encima del paisaje lunar, pude apagar también el frontal, una hora antes que el año pasado ya que había cambiado la hora.
Casi sin ganas y sin ritmo se hicieron los últimos kilómetros por la pista de siete cañadas hasta el Parador, 45 minutos mas tarde que el año pasado, y adelantado por muchos corredores. Entre ellos Tomás Padrón y Eugenia Castro.

 Perdí menos tiempo ahí que el año pasado y en la subida a Pico Viejo volví a adelantar a Eugenia, probablemente aprovechando mi último buche de energía.


 El tramo final para llegar a Rambleta entre los grandes bloques de lava se hizo eterno y entre el frío, la altura y la falta de energía empecé a sentirme raro. Tenía que agarrarme a las piedras para no caerme y los bastones molestaban porque no conseguía clavarlos en sitios de apoyo, sino meterlos todo el rato en los agujeros entre las piedras. Me sentía Zombi y me repetía mi nombre en la cabeza, por si alguien me preguntara, porque no estaba seguro de poder contestar. Dirán, qué gracioso, pero era verdad. No tenía claro que podía llegar a Rambleta, pero mientras no me caía inconsciente al suelo, iba seguir sin parar. De hecho, hice todo sin parar. Pero cuando llegué, 1h30 mas tarde que el año pasado, necesitaba echarme urgentemente. Me pusieron una camilla de la Cruz Roja, una manta y me tomaron la tensión. La tenía bien. En cuestión de minutos, ya me sentía mejor, pero finalmente me quedé media hora. Comí como nunca había comido en una carrera. Dos vasos de caldo, tres medio-bocadillos y un plato completo de pasta con salsa y carne. Conseguí otro buche de energía. Con él bajé del Teide y corrí la pista de Montaña Blanca hasta el desvío hacía el Portillo. Ahí se acabo todo de nuevo, por tercera vez. Tomé un gel y me sentó fatal, tánto que tuve que sentarme en una piedra un rato para evitar vomitar. Quizás el mejor tramo para correr de toda la carrera, lo tuve que hacer caminando. De vez en cuando intentaba trotar, sufriendo mucho. Pero sufriendo de no sé qué... No sé. Mis piernas no querían moverse. Me pesaba la mochila porque además era un tramo con unos 15km entre dos avituallamientos y llevaba litro y medio de agua. (que al final no fueron necesarios, pero mejor tener mas que poca). La solución era mantener el cerebro apagado, porque cuando uno va arrastrándose caminando con otros 40km que quedan por delante, pensar no es una opción. Era tán poco pensar que quedaron unos lapsus de tiempo en mi memoria. Del año pasado me acuerdo que la bajada después de la Fortaleza es bastante horrorosa pero no podría describir como fue esta vez, no me acuerdo de nada. Tampoco me acuerdo nada del avituallamiento. Y de la bajada hacía Los Realejos, solo me acuerdo que era casi todo subida.
En el avituallamiento debajo del Asomadero me eché en el suelo y recuperé la memoria. Estaba David Lutzardo y me acuerdo que me preguntó si iba a retirarme. Pregunté por los tiempos de corte e hice "unos cálculos". Jesus María de Correcaminos me dijo que el Asomadero se subía en 50 minutos y me acuerdo calcular 1h30 para mi y hasta conseguí calcular que podía llegar hasta la Corona sin volver a sacar el frontal. (Llegué al avituallamiento a las 17h) Aproveché para seguir calculando mientras estaba tirado en el suelo comiendo y bebiendo, estimando que después del Asomadero tardaría otras 3 horas a 5km por hora para hacer los 15 hasta meta. Aunque serían en bajada, no me veía capaz de superar esa velocidad. 17 + 1,5 + 3 = 21,5 así que en plan pesimista llegaba antes de las 22h a meta, y tenía hasta las 23h... Mucho cálculo, poco correr, así que me levanté y caminé hasta un cartel que decía mas o menos: "bienvenidos al Asomadero, 2,1km con 560m de desnivel positivo, desnivel medio del 36%, que la fuerza le acompañe..." No fue exactamente lo que estaba escrito, pero después de reanimar mi cerebro con los cálculos, sería demasiado pedirle también aprender de memoria lo que decía el cartel. Me preocupaban mas los tiempos. Al final, adelanté a unos cuantos corredores en la subida (de la distancia Trail sobre todo), alguno estaba vomitando, otro con calambres pero poco pude ayudarles. También una pareja con la chica sentada con lagrimas en los ojos, no sé si por dolor o agotamiento, y el chico intentando vaciar un gel en su garganta cuando abría la boca para quejarse. Bueno, no son escenas para contar con humor, pero ya ha pasado suficiente tiempo para poder digerirlo. Y de repente un cartel "Felicidades, lo has logrado" jaja. Esto sí que anima !! Conseguí un vasito de Coca Cola de los chicos de protección civil que estaban ahí arriba y seguí por la pista de patinaje hasta el Mirador de la Corona. Llegué en la hora previamente calculada aunque tuve que encender el frontal ya un poco antes. Ahora tocaba bajar. Y como!! Ya esta última parte lo he contado como si no fuera sufriendo, sino disfrutando. Pero es que el sufrimiento ya ni dolía ni me afectaba. Y de la misma manera tuve que bajar un "precioso" camino de piedras marcado con un cartel "Madre Juana". Me acuerdo repetir unas cuantas veces "Madre Juana que me paríó!" aunque mi madre no se llama así. Cuando llegué a las calles de Tigaiga, me parecían cintas automáticas en las que avanzaba solo, sin esfuerzo. Pero eso no duraba mucho tampoco. Quedaban los últimos 7km, un sube y baja en los primeros y luego calles hasta meta. No tengo idea de donde saqué las fuerzas pero fui trotando. Eternamente trotando. Y hasta cuando apareció el arco de meta a la vista, parecía una eternidad llegar hasta él. Hice todo lo posible para pasar entre la multitud de gente que aún estaban por ahí, con una sonrisa en la cara. No sé si lo conseguí, no he visto fotos de mi llegada, creo que los fotógrafos ya se habían marchado a casa.
Miré el cronómetro de la organización (la batería de mi Garmin no se cargó, se volvió loco y no registró nada) y marcaba 20:48. Bueno, casi 45 minutos antes del cálculo que hice debajo del Asomadero, gracias al trote de los últimos 7km.
Había conseguido mi objetivo, conseguí acabar la Bluetrail después de un mes de parón, sin entrenar. Lo malo es que nunca en mi vida había sufrido tanto. No de dolor, sino el simple esfuerzo de seguir avanzando. Son muchas horas para pensar "qué hago aquí, porqué hago esto, esto no tiene sentido". Creo que me hice un auto-examen de mi capacidad de relativizar sensaciones y seguir adelante sin pensar. Una cosa que a veces hay que hacer en la vida cuando las cosas no salen como uno quiere. Y aquí he podido demostrar que así se llega al objetivo. No sé si siempre me saldrá así...
La cadera no me molestó demasiado, y lo mejor, no tuve dolores después de la carrera. En los casi 21h tomé un ibuprofeno antes de empezar y dos en carrera, el último fue casi llegando a meta porque temía tener mucho dolor después y tenía que conducir hasta El Médano...

A ver,... ¿como empecé este relato? "ya no escribo" jajaja. Tooomaaaaa. Y ahora falta la K42... Bueno, para mañana, que estoy cansado ahora.